Navegando por la red, buscando información y textos que hablaran de este tema de las nuevas tecnologías, encontré este informe, en el cual especifica lo que yo comentaba anteriormente, de que las nuevas tecnologías se han de usar correctamente, puesto que en caso contrario, podrían estar jugando un papel negativo en el aprendizaje y la educación de nuestros alumnos. A continuación el informe encontrado en la red:
The Telegraph comenta uno de los resultados más sorprendentes del Informe Pisa (The PISA 2003 Assessment Framework: Mathematics, Reading, Science and Problem Solving Knowledge and Skills).
La conclusión del informe es que los estudiantes de secundaria obtienen mejor rendimiento cuando utilizan poco los ordenadores.
Normalmente el uso de ordenadores está unido a otras mejoras (más recursos materiales o humanos) en el entorno familiar y escolar; cuando el efecto de estas covariables es eliminado estadísticamente, el efecto del uso de ordenadores sobre el rendimiento académico es negativo.
En el caso del ambiente familiar, la explicación que se propone es que a mayor disponibilidad de recursos informáticos se dedica menor tiempo a otras actividades escolares.
En el caso de las escuelas, proponen que los ordenadores reemplazan a otras formas de educación más efectivas.
El resultado es sorprendente, pero la base del problema no está en los ordenadores por si mismos si no en el comportamiento de los estudiantes que "usan mal" estas herramientas. Los ordenadores no valen para nada, o incluso pueden ser negativos, si no se saben usar de modo efectivo.
Y estos factores dependen de la capacidad de padres y profesores para generar usos efectivos de la informática por los estudiantes.
En un aula de 25-30 alumnos, cuando se introduce un ordenador (como sucede en muchos colegios españoles), el rendimiento necesariamente disminuye aunque sólo sea por las colas que deben esperar los alumnos para pulsar alguna tecla.
Esto recuerda bastante a las paradojas de la productividad de las tecnologías de la información en las empresas.
En ambos casos, el problema no son los ordenadores en sí, si no la cultura y organización de los usuarios.
Jesús Sánchez García.
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